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Jordi Savall: “En Cataluña podemos convivir en un marco distinto”

  • Foto del escritor: Alondra Hinojos
    Alondra Hinojos
  • 19 may 2020
  • 2 Min. de lectura

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Jordi Savall vive a sus 74 años una intensa juventud. No ha reducido sus constantes giras, ofrece 150 conciertos al año dirigiendo a sus diferentes grupos –Hespèrion XXI, La Capella Reial de Catalunya, Le Concert des Nations…–, disfruta concentrado en sus recitales de viola de gamba, rehace disciplinas para instrumentos olvidados que él se encarga de restaurar y resucitar en el aire con sonidos, caso del rebab o la lira de arco. Tampoco ha renunciado a su carácter de cruzado defensor de un patrimonio lánguido, olvidado, mohoso y desatendido: el de la música española del Renacimiento y el primer Barroco, que no se cansa de reivindicar. Un tanto quebrado por el problema catalán, defensor del derecho a decidir, ha encauzado su vida sin la cantante Montserrat Figueras, que murió en 2011, a base de rigor, buenos recuerdos y un continuo compromiso con la música que le lleva actualmente a adentrarse en conexiones bizantinas o en la ruta de los esclavos.


Percibo en usted una sabia concentración. ¿Ha cambiado? Han ocurrido muchas cosas en los últimos tiempos. Lo primero, la muerte de Montse. El año en que supo que la enfermedad empeoraba estuvo cantando intensamente, la acompañé todo ese tiempo. Cantar le consolaba, no sentía ningún dolor. Tuvo la lucidez de no aceptar el juego de las terapias agresivas, quiso continuar activa y fue la opción justa, la más curativa para afrontar el final. Vivimos momentos de gran intensidad y unión en la familia. Eso supuso una manera muy bella de terminar, se sintió acompañada. Al morir, sentí un vacío; poco a poco, la calma fue llegando. También la música me ayudó. En los conciertos empecé a tocar de otra manera, sentía que me aportaban otra energía.

¿De qué tipo? ¿Cómo? Con una mayor conciencia de la fuerza que lleva dentro. Me proporcionan una maravillosa energía que debo digerir para devolver en su justo término. Después, he tenido la suerte de reencontrar a una persona a la que amé en el pasado y empezar una nueva vida. Nos citamos un día, quedamos y fue un milagro sentir que entre nosotros no había pasado el tiempo. Me salvó.

¿Son pocas las cosas, si uno es sabio, que resulten incompatibles con lo acumulado? Todo dentro de uno puede convivir. Tengo la suerte de sentirme libre. Hago lo que me gusta, emprendo los proyectos que me apetecen, no siento presiones, elijo mis músicos… Unir la vida, la amistad y el trabajo en un todo es…

¿Lo que podríamos llamar armonía? Sí, sí, es eso.

Bueno, mitad y mitad dicen las encuestas. Lo que demuestra es un pueblo profundamente dividido sobre el asunto. Al menos, la gente se preocupa, lo quiere debatir. No es defender a unos por otros. Hay políticos no independentistas que se han apuntado después al carro, como Artur Mas.

¿Para blanquear su imagen y la de los suyos en una arcadia feliz? No quiero entrar, no quiero entrar. Solo me interesa saber de dónde viene. Y viene de una toma de conciencia por parte de sociedades con más capacidad de expresarse. Los meridionales somos más expresivos: en la alegría, en la tristeza, en la cólera y en la euforia. Por eso, los indignados proliferan más en el sur.

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